(ZUCKERBERG Y SHERYL SANDBER)
SHERYL TIENE 41 AÑOS ES LA ADULTA RESPONSABLE EN LA EMPRESA DE VENTEAÑEROS.
Es el cerebro financiero de Facebook y la colaboradora más estrecha y confidente de su jovencísimo creador. Su misión: empezar a fabricar dinero. Hacer que la red sea tan rentable como popular. No existe código de etiqueta en el cuartel general de Facebook. Por eso, el look elegante de Sheryl Sandberg destaca entre un mar de camisetas, vaqueros y zapatillas.
Ella es la adulta responsable en una empresa llena de genios veinteañeros, empezando por el creador de la archifamosa red social, Mark Zuckerberg. Se conocieron en una cena de Navidad en 2007 y después de un intenso cortejo (Sandberg era entonces una alta ejecutiva de Google), aceptó lucir los galones de jefa de operaciones de Facebook.
Forman la extraña pareja: él tiene 26 años, es reservado, esquivo y éste es su primer trabajo. Ella ha cumplido 41, es parlanchina, refinada y ha demostrado su talento de sobra: es licenciada en Económicas en Harvard, trabajó en el Banco Mundial y fue jefa de personal de la Secretaría del Tesoro antes de Google. Pero, como dos buenos polos opuestos, se atraen.
Es más, son amigos. Algo que, según parece, no le sobra a Zuckerberg. Ella lo defiende: «Es introvertido y puede parecer frío a quien no lo conozca, pero es amable y se preocupa por la gente», ha dicho después de que la película La red social retratara a su jefe como un sociópata. Él le devuelve el piropo: «Hablar con Sheryl 30 segundos es tan efectivo como muchas reuniones de una hora». De hecho, cada semana de Zuckerberg comienza y acaba con una reunión con ella. Sandberg, hija de un médico y una profesora comprometidos con causas sociales, dice que ella tenía otros planes. «Siempre pensé que trabajaría en una organización sin ánimo de lucro, pero necesitaba saber cómo funciona una empresa por dentro.»
De momento, esta madre de dos hijos, divorciada y casada de nuevo con un alto ejecutivo, ha conseguido que Facebook, con 1.800 empleados, ya no tenga aire de fraternidad universitaria.
, otros tantos de disconformidad y enfado
. Incluso hubo lágrimas
.